EL TEOREMA DE LA DORIS FRAIJO

Hoy he aprendido que hay que dejar que la vida te despeine, por eso he decidido disfrutar la vida con mayor intensidad… El mundo está loco. Definitivamente loco… Lo rico, engorda. Lo lindo sale caro. El sol que ilumina tu rostro arruga. Y lo realmente bueno de esta vida, despeina…

Hacer el amor, despeina.

Reírte a carcajadas, despeina.

Viajar, volar, correr, meterte en el mar, despeina.

Quitarte la ropa, despeina.

Besar a la persona que amas, despeina.

Jugar, despeina.

Cantar hasta que te quedes sin aire, despeina.

Bailar hasta que dudes si fue buena idea ponerte tacones altos esa noche, te deja el pelo irreconocible…

Así que como siempre, cada vez que nos veamos yo voy a estar con el cabello despeinado…

Sin embargo, no tengas duda de que estaré pasando por el momento más feliz de mi vida. Es ley de vida: siempre va a estar más despeinada la mujer que elija ir en el primer carrito de la montaña rusa, que la que elija no subirse.

Puede ser que me sienta tentada a ser una mujer impecable, peinada y planchadita por dentro y por fuera. El aviso clasificado de este mundo: exige buena presencia: Péinate, ponte, sácate, cómprate, corre, adelgaza, come sano, camina derechita, ponte seria…

Y quizá debería seguir las instrucciones pero ¿cuándo me van a dar la orden de ser feliz? Acaso no se dan cuenta que para lucir linda, me debo de sentir linda… ¡La persona más linda que puedo ser!

Lo único que realmente importa es que al mirarme al espejo, vea a la mujer que debo ser. Por eso mi recomendación a todas las mujeres :

Entrégate, Come rico, Besa, Abraza, Haz el amor, Baila, Enamórate, Relájate, Viaja, Salta, Acuéstate tarde, Levántate temprano, Corre, Vuela, Canta, Ponte linda, Ponte cómoda, Admira el paisaje, Disfruta, y sobre todo,

DEJA QUE LA VIDA TE DESPEINE !!!!

Lo peor que puede pasarte es que, sonriendo frente al espejo, te tengas que volver a peinar.

lunes, 13 de enero de 2014


Aquel que no ha fracasado, es porque nunca ha intentado algo nuevo.

EXISTIR CON ÉXITO

Dicen las voces de diferentes “maestros” que mientras continúes siguiendo a los demás, nunca podrás adelantarte y sacar ventaja.
¿Será entonces que debemos ser diferentes y originales para alcanzar el éxito? Y si es así, entonces ¿ser exitoso es ser mejor que los demás? Tener el mejor reloj, la casa más grande, la cuenta de banco más gorda, el coche más caro, la ropa de mejor marca… ¿Eso es tener éxito? Y ¿qué pasa con saber amar de verdad? ¿Qué pasa con saber dar de verdad? ¿Qué pasa con saber ser feliz de verdad? 

Recuerdo hace algunos años cuando el éxito tocó a mi puerta con una gran fuerza. Al día siguiente del estreno de Diseñador Ambos Sexos tenía más de 30 recados en mi casa y el buzón del celular estaba lleno. Muchas de esas llamadas eran de personas que nunca habían llamado. A algunos ni siquiera los conocía. Esa noche Joaquín López Dóriga anunció en su noticiero de la noche que el programa había roto records de raiting y se dirigió a mí felicitándome muy cordialmente. Después de eso, todos los medios querían entrevistarme, fotografiarme, tenerme en sus espacios de televisión. Sin duda alguna mi trabajo y el de mis compañeros estaba en boca de todos. Recibíamos invitaciones para ir a los mejores eventos y en todas las revistas y medios de información se hablaba de lo maravillosos y exitosos que éramos. Jamás había salido en tantas portadas de revistas, y de pronto era considerado hasta un símbolo sexual. ¡Wow! Tener éxito hace que hasta los demás te vean diferente de lo que te veían semanas antes.

Como consecuencia de lo sucedido mi ritmo de trabajo se incrementó al triple. Teatro, programa de TV, cine, viajes. Apenas y tenía tiempo para mal dormir y mal desayunar muy rápido en mi casa y regresaba a altas horas de la noche sintiendo un vacío terrible dentro de mí. Me dividía en tres para poder hacer todo durante el día. Dejé de escuchar mi voz interior y me dediqué a escuchar las voces del exterior.
Los comentarios de adulación hacia mi persona no me daban paz. El recibir más dinero y tener acceso a una mejor calidad de vida, no me acercaba más a mi mundo espiritual, al contrario. Empecé a sentir una necesidad de querer más de todo y “ese todo” por lo general era lo más caro. Fueron muchos meses de un vacío absoluto. Y fue ahí cuando el universo conspiró para que todo terminara (incluyendo mi matrimonio) y yo a fuerza de perderlo todo, volviera a encontrarme poco a poco conmigo mismo.

La Secretaría de Hacienda congeló mis cuentas. Viví con una lata de atún y un yogurt al día durante un par de meses. Llegué a pesar 60 kilos, pero poco a poco y día con día mi alma iba engordando. ¡Cómo! Sí, mi alma engordó mientras mi piel y mis músculos enflacaron.
Siempre he creído que cuando llegan momentos como éste, se está abriendo una puerta inmensa y se nos está haciendo una invitación para crecer, para crecer de verdad. Hay quién prefiere no abrirla y perderse hasta no volver a encontrarse, y hay quiénes hacemos una pausa y tratamos de escuchar lo que nos están queriendo decir. 

Para no volverme loco en esos meses tan difíciles , me inventé un horario como los de la escuela. Me levantaba muy temprano a meditar una hora. Me bañaba, desayunaba mi yogurt y hacía el “quiaser”. Al limpiar la casa imaginaba que lo que en realidad estaba limpiando era mi espíritu, y así de esa manera lo hacía de manera muy dedicada. Después de limpiar, era tiempo de estudiar 6 horas. Soy un afortunado, y poco a poco me he ido haciendo de una gran colección de libros extraños y espirituales y ocultos y de sabiduría antigua… Todos ellos me ayudaron a volver a mí. Los días pasaban y yo me hacía más fuerte. El teléfono no sonaba más, nadie quería hablar conmigo, y fue en ese silencio donde pude volver a escuchar esa voz interior. Fue en ese silencio donde pude volver a sentir paz. Ir nuevamente adentro me ayudó a encontrarme de nuevo…

Han pasado 12 años. El teléfono ha sonado y a dejado de sonar muchas veces. Los flashes han vuelto y se han ido. Las palabras y frases aduladoras van y vienen. Y mi voz interior no se ha callado.

Hacer las cosas bien y arriba del promedio te traerán como consecuencia el éxito en tu vida laboral. Caerte y saberte levantar te lo traerán sin duda en tu vida espiritual. 
Hay que aprender a pasar las pruebas que se nos van apareciendo en el camino y continuar hacia delante.

Hoy sólo sé que sin importar lo que digan los demás al que debo tener satisfecho es a mí. Mientras esa voz interior no se queje, quiere decir que lo estoy haciendo bien. Mientras esa voz siga existiendo y yo siga aprendiendo a escucharla, sabré dar pasos firmes.
Y trato siempre que puedo no sólo de amar lo que hago, sino de encontrar el amor en lo que hago. Cuando lo logre de verdad, podré decir que he alcanzado el éxito.


Y tú, ¿existes con éxito o tienes éxito sin existir?

Héctor Suárez Gomís